Cuando escribí el libro “Mística y Matices” hice un
escueto análisis sobre la acción del desaparecido “Partido Demócrata Cordobés”
y su influencia en la Provincia.
Me encontré con la fascinante secuencia de la fundación
de “Villa Los Morteros”, suceso acaecido allá por el año 1.891.
El nombre de Mariano Alvarado, a quién se le atribuye en
la actualidad la fundación del pueblo, no figura escrito en las actas
fundacionales municipales que consulté
para el resumen del libro. Tampoco tuvo protagonismo de fundador en “Los
Juegos Florales”, el libro que en ocasión de celebrarse el Cincuentenario de
Morteros, se editara en 1.944. No se le adjudica relevancia en la historia de
la ciudad.
Mi curiosidad hizo entonces que hurgara en el camino de
este colonizador, y en las redes encontré desenlaces que me llevaron a
investigar.
En la
encrucijada, en los años que van del 1880 al 1900, aparecieron varios
protagonistas: los hermanos Pablo y Alberto InAebnitt, Juan Beiro, Mariano
Alvarado Zenavilla y la intromisión en el
lugar del ferrocarril de los ingleses, que dejaron las huellas que me
desconcertaron.
El Municipio, en
la actualidad, lo tiene por fundador a Don Mariano Alvarado Zenavilla. Intento
convencerme de esa afirmación. ¡Aún no
lo he conseguido!
En esta síntesis,
analizo la responsabilidad de los protagonistas de esos momentos tan
particulares que superara el país, que condujo a estos actores hasta Morteros,
ayer Fuerte, hoy ciudad.
En el año 1772
el eje económico del norte Argentino: Jujuy, Salta y Córdoba, aliado con la
dinámica mercantil del espacio peruano, había impulsado a Don José Alvarado del
Rivero Arredondo, abuelo de Mariano, a residir en Jujuy y desde allí operar con
las “provincias de arriba”
La expansión del
comercio mular afianzó su posición y riqueza personal, con influencias en la
jurisdicción que lo llevarían a un conveniente
matrimonio.
Se casó con Doña
Segunda Sánchez Bustamante González de Arredondo. En 1793 del matrimonio nació
Ramón Esteban Alvarado Sánchez de Bustamante que continuaría con la labor
emprendedora del padre. Llegó a ocupar el cargo de Gobernador de Salta.
Se casó con
Leocadia Zenavilla y con su familia se trasladó a Bolivia, cuando fue nombrado
Cónsul General Argentino.
Allí en Tarija,
el 15 de agosto de 1.823 nació Mariano Alvarado Zenavilla.
En 1841, el
Presidente de La Nación Argentina Juan M. de Rosas, había cerrado a los Estados
vecinos del norte del país la navegación por el Paraná y el Uruguay,
obstaculizando el comercio que por vía fluvial llegaba al puerto de Buenos Aires
para exportación. La situación promovió conflictos que llevó a las Provincias
del norte a rebelarse de la tutela del puerto de Buenos Aires.
En tanto, en la
novel Argentina, la reciente independencia del reino de España suscitaba
conflictos institucionales.
Convocado por el
Gobernador de Entre Ríos, General Justo José de Urquiza, Ramón Alvarado y su
familia regresaron a Argentina y se instalaron en un caserío de la ribera del
Paraná, en la provincia de Santa Fe.
En 1.850, los ribereños primero crearon el puerto y luego
la aduana y el 5 de agosto de 1852, al caserío que los circundaba lo bautizaron
Rosario, en honor a Nuestra Señora del Santo Rosario.
Según documentos,
recabados de la Revista del “Centro de Estudios del Instituto Argentino de
Ciencias Genealógicas” de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el joven Mariano
Alvarado fue el primer Intendente de la
novel ciudad.
A su padre, Don
Ramón Alvarado Sánchez de Bustamante, para entonces prominente político de
raigambre Radical, la Confederación Argentina y ya depuesto Rosas, con el
General Justo José de Urquiza en el Gobierno, en 1855 lo nombró Senador
Nacional por Santa Fe y su representante ante el Congreso de Paraná, del que no
participaba la rebelde provincia de Buenos Aires, que se autodefinía Estado
Independiente.
El puerto de
Rosario pasó a ser la confluencia más importante del movimiento comercial del
país, y confrontaba con el puerto de Buenos Aires.
El Presidente de
la Confederación Argentina, advertido del potencial económico de los
territorios del noreste santafesino y noroeste cordobés, se contactó con el ingeniero
norteamericano, nacionalizado argentino, Alan Campbell, conocedor de estrategias
de producción en países de avanzada.
Le propuso, para
fomentar la inmigración y el comercio en esos “desiertos de oportunidades” la
construcción de un ferrocarril que uniera a Rosario “con una gran ciudad,
centro geográfico del país: Córdoba” y destinar así la salida de la producción,
por el puerto de Rosario.
El Ingeniero se
encargó de elaborar el plano del proyecto ferroviario, mientras que los
terratenientes: Aarón Castellano y Guillermo Lehman, preparaban un plan para
atraer a inmigrantes a colonizar las tierras donde se extenderían los rieles.
Carlos Casado de
Alisal, español nacionalizado argentino, empresario latifundista y banquero,
comprometido con la idea, creó en Rosario el Banco Casares, que proveería de los
fondos necesarios para construir la obra que habían pactado hacer con los
ingleses. Alvarado, padre e hijo, eran parte
del Directorio.
Con el decreto
del 2 de abril de 1.855 el Gral. Justo José de Urquiza, autorizó por Ley a su
amigo José Buschental a construir el ferrocarril, conforme el trazado que el
Ingeniero Allan Campbell diagramara para la línea “Rosario-Córdoba”.
Al hacerse
evidente, con el paso de los días, la carencia de fondos económicos argentinos para
enfrentar tamaño emprendimiento y en busca de socios, Casado de Alisal vendió su
Banco a los ingleses.
Consolidó así una
Sociedad Anónima: el Banco de Londres, integrado por capitales privados:
ingleses y argentinos. La empresa fue autorizada a instalar su sede
administrativa en Londres, sin control fiscal argentino en sus libros de
contaduría. Para las tareas de escritorio ocupó sólo a nativos ingleses. La
familia Alvarado era accionista del nuevo Banco.
El Banco de
Londres, para el inicio de la obra, en 1857 otorgó a una Sociedad Anónima: “Ferrocarril
del Oeste Santafesino”, constituida en Londres con capitales ingleses y
argentinos, el apoyo financiero para ejecutar el proyectado ferrocarril. Presidía
la misma, el estadounidense William Whelwright.
A su vez en
Rosario, capitalistas privados argentinos, se organizaban en una Sociedad
Anónima para la compra de las tierras donde se extenderían los rieles: la “Compañía
de Tierras del Ferrocarril del Oeste Santafesino”, con sede también en Londres.
Del Directorio participaba la familia Alvarado.
José Buschental,
el amigo de Urquiza y primer concesionario, para entonces ya se había retirado
del proyecto.
La Sociedad
Anónima, firmó con la Confederación un contrato que le otorgaba, para la
extensión de las líneas férreas “…los terrenos necesarios para el camino,
muelles, estaciones y apeaderos, libres de todo gravamen y a perpetuidad”.
Los comerciantes
y los industriales santafesinos, cuando advirtieron los enormes beneficios que
dejaba la venta de las tierras a colonizar y para evitar que las ganancias sólo
se las llevaran los socios argentinos de Londres, en Rosario crearon una nueva
empresa, integrada por autoridades de la
provincia y privados: la “Compañía de Tierras del Central Argentino”. Mariano
Alvarado era parte del Directorio.
Urquiza, por Ley
prorrogó por última vez la autorización para la construcción del ferrocarril “Rosario-Córdoba”,
pero sin especificar, esta vez, la fecha de inicio.
En Buenos Aires, familias pudientes advertidas
de los beneficios económicos que aportaba el ferrocarril, para traslado de
pasajeros, en 1857 crearon la “Sociedad Camino de Hierro del Ferrocarril Oeste”
que extendió los primeros diez kilómetros de vías férreas en suelo argentino, convenido
con los ingleses,en el corazón de la ciudad.
Consolidada la
unidad del país, la era del ferrocarril había llegado. El Gobierno Nacional firmó
en Londres un nuevo convenio con los ingleses del que surgió la empresa:
“Ferrocarril Central Argentino”. El representante inglés en Argentina, era el
Sr. William Wheelwright, que al intervenir hizo evidente que la diplomacia
inglesa prefería negociar con las autoridades del puerto de Buenos Aires y no
con el de Rosario.
Los documentos
originales del proyecto de Alan Campbell y la autorización que firmara el Gral.
Urquiza para la creación del “Ferrocarril del Oeste Santafesino”, fueron
entregados al nuevo Delegado y desaparecieron.
En el nuevo
contrato, la Nación por Ley, establecía para la extensión de los rieles la
donación de las tierras y disponía que “… el Gobierno concede a la Compañía, en
plena propiedad, una legua de terreno a cada lado del camino, en toda su
extensión” aproximado cinco kilómetros de ambos lados “a condición de poblarlas y que se funde un
pueblo en cada una de las estaciones ferroviarias”
En 1.861, construida
la red troncal Buenos Aires-Jujuy, aún no se habían iniciado las obras para la
construcción del ferrocarril “Rosario-Córdoba”
El Gobierno de
la Provincia de Santa Fe no desistía del intento de fomentar su territorio al noroeste.
Para coordinar la adquisición de tierras para el demorado ferrocarril, en
diciembre de 1.862 creó la “Oficina de Topografía y Estadística de la Provincia
de Santa Fe” donde se registrarían los terrenos a adquirir.
Mariano Alvarado,
que formaba parte del Directorio del Instituto Provincial Topográfico, también
se encargaría de organizar el arribo de inmigrantes para poblar esos lugares.
En 1863, formó y presidió la “Comisión Promotora de la Inmigración”.
En adelante, los
bienes económicos que dejaba el ferrocarril,
por la influencia del puerto de Buenos Aires, más las ventajas que otorgaba
el turismo de la región pampeana para el trasporte de pasajeros, hizo más
conveniente que esos beneficios se volcaran al turismo y no al fomento
económico del interior deshabitado.
A los
consignatarios del nuevo convenio le otorgaban además, el terreno gratuito y a
perpetuidad de la explotación de la vía ferroviaria, libre de todo impuesto por
40 años.
Hacerse de esas
tierras fue el imán que atrajo a especuladores que se encargaron del emplazamiento
de colonias agrícolas, en oportunidades resistido por quienes ya disponían de las
leguas concedidas ahora graciosamente, en particular en el sur de la provincia
de Santa Fe. No así en su centro y norte donde aún el proceso colonizador
estaba demorado, y se daría en el tiempo, en explotaciones pequeñas y medianas.
El 14 de enero
de 1.863 llegó al puerto de Buenos Aires el estadounidense y apoderado del
Gobierno inglés, Ingeniero William Wheelwright, para presentar ante el Gobierno
Nacional una queja, porque no se les concedía a los constructores las tierras
marginales prometidas para extender las líneas férreas, tal como lo ordenaba la
Ley.
Las autoridades
nacionales cedieron ante el inglés. El Ministro Rawson terminó con las
resistencias al proyecto, y en la presidencia del Gral. Bartolomé Mitre, aprobó
el contrato que se había firmado y el Congreso Nacional lo refrendó.
En 1.867 el
ferrocarril llegó a Villa María y el 13 de mayo de 1.870 por fin a Córdoba
ciudad.
Las propiedades
que a su paso surcaba el ferrocarril, eran tierras sujetas “a expropiar de cualquier manera” y sin
reconocer a los dueños las del camino, estación, muelles y apeaderos. Esta
situación dio lugar a embargos, acordes a la tasación que el Gobierno
establecía.
La Provincia de Santa
fe en el proceso, subastó casi la sexta parte de las tierras fiscales de su
provincia. (Aproximado 187 leguas y 250 de Córdoba y alrededor de 60.000
kilómetros cuadrados de tierras)
Para hacer
frente al compromiso y control de las erogaciones, en Rosario y por iniciativa
del entonces Gobernador de la Provincia Don Servando Bayo, el 5 de junio de
1.874 se creaba el “Banco Provincial de Santa Fe”, una Sociedad Anónima que
integraban capitales estatales y privados.
Don Mariano
Alvarado fue el redactor de los Estatutos definitivos del nuevo Banco y junto a
Melitón de Ibarlucea, fue designado Delegado del Gobierno Provincial del Directorio.
El presidente del nuevo Banco sería Carlos Casado de Alisal.
El Banco
Provincial de Santa Fe abrió sus puertas el 1° de septiembre de 1.874. La impresión de sus billetes fue encargada a
la “Compañía Americana de Billetes del Banco de Nueva York”.
Una nueva Ley de
la Nación, del Gobierno de Avellaneda, en 1.876, otorgaba a interesados tierras
fiscales gratuitas en lugares inhóspitos con la condición de que, al extender
el ferrocarril, se fundaran colonias con su correspondiente pueblo, para continuar
así promoviendo la producción económica
de esos lugares abandonados.
Los empresarios,
dueños de estos latifundios, ponían un aviso en los diarios ofreciendo
alrededor de 20 cuadrados de tierra, a pagar por los colonos generalmente en
cuatro cuotas, cada una luego de la cosecha anual del trigo. Las haciendas
aumentaban su valor de venta al ser atravesadas por el ferrocarril. Es imposible calcular cuánto ganaron quienes accedieron a
ellas. Sin duda que se hicieron ricos.
El Gobierno de
Santa Fe, en octubre de 1.884 inició un nuevo plan de colonización para la región
noroeste de la provincia, en territorios
aún aislados que llevaban hasta el Alto Perú y discurrían por la orilla
noroeste del mar cordobés de Ansenuza, región de fronteras, protegidas del avance
indígena por Fuertes militares y alejados de la jurisdicción de Buenos Aires.
Los adquirentes tenían
la obligación de solicitar al “Departamento Topográfico Provincial” los planos
que autorizarían la fundación de las nuevas colonias agrícolas.
En 1.886 las
Provincias de Santa Fe y Córdoba firmaron con el Ingeniero Santiago Temple, un
convenio para construir un ferrocarril, que de Galvéz llegaría al límite interprovincial y allí uniría sus rieles con la trocha
procedente de la ciudad de Córdoba, que se acoplaría en el lugar.
EL 15 de
octubre de 1888 el ramal confluyó en la Estación Iturraspe, hoy San Francisco. El
Estado para entonces, ya había vendido sus ferrocarriles a empresas privadas,
inglesas y francesas.
De Iturraspe, con la contraprestación, a través de un
tranvía a vapor, se conectarían con la red troncal del Ferrocarril Central General
Belgrano, del Distrito Rafaela, que, de Rosario, llevaba a Salta. El servicio
de 35 kilómetros de extensión se internaba por las Colonias, Vila, Roca y
Castellanos, por una trocha construida sobre caminos estatales.
En 1.891, de Colonia Iturraspe-San Francisco saldría un
nuevo servicio ferroviario, hacia el norte, su ramal concluiría en “el Punto céntrico: Estación Morteros”.
Los Sres. Miguel Cerana y Mariano Alvarado, autoridades
del Partido Radical, donaron el lugar, donde se asentó la oficina
administrativa.
El primer tren que arribó al andén del Fuerte “Los Morteros” lo hizo el 1° de
febrero de 1.891, en el lugar llamado “Isleta”, fundado por los Sres. Pablo y
Alberto InAebnnit en el año 1.889.
A los pobladores de Colonia Isleta, antes de la
llegada del tren, el Gobierno de la Provincia de Córdoba los había autorizado a
“elegir las autoridades del “punto céntrico “Estación Morteros” para crear un
pueblo “desde allí cinco kilómetros a cada uno de los vientos cardinales…”.
El 9 de agosto de 1.891 Don Pablo InAebnnit, había
sido electo autoridad de la aldea que no poseía los planos catastrales según el
criterio que Santa Fe exigía.
El origen de la controversia que se suscitara luego, entre
pobladores cordobeses y santafesinos, por la propiedad y autoridad del enclave,
se daría por errores de los conquistadores Don Juan de Garay y Gerónimo Luis de
Cabrera, que habían superpuesto los límites de
cada una de las provincias.
La Corte Suprema de Justicia de La Nación, en el año
1882, ya había otorgado la posesión del lugar a la Provincia de Córdoba, pero ocurría
que, la corriente inmigratoria mayor que llegaba al lugar, lo hacía desde Santa
Fe. Y en Gálvez, ciudad santafesina, tenía asentada su sede administrativa el
ferrocarril privado que había llegado a “Estación Morteros”.
Pero un nuevo litigante aparecería en la contienda:
Don Juan Beiro. En la página 357 del libro de Megías Alicia y Bertoni Lili Ana,
del “Centro de Estudios Genealógicos de Rosario”, provincia de Santa Fe, un
gráfico dice… “Colonia Morteros”. Propiedad de Don Juan Beiro. Litografía
publicitaria. Año 1.890-1.892.”
Sucedía qué, en 1.891, Don Juan Beiro había presentado
en Santa Fe los planos de un pueblo y documentos como lo exigía la Ley, pero no
le extendían el permiso porque no había podido presentar la escritura para
acreditar la compra del terreno efectuada a Don Mariano Alvarado, por el
fallecimiento de éste ocurrido el 3 de julio de 1.892.
En 1.894, pudo por fin presentar los avales en regla en
Santa Fe y fue considerada “Morteros” legalmente fundada como colonia y pueblo,
por el Sr. Juan Beiro.
El fomento y desarrollo económico de las provincias,
el negocio de las tierras, los inmigrantes con sus sueños de propiedad y progreso,
hacen confuso interpretar los episodios.
La contienda, de quién fundó la ciudad, considero que aún
está sin definir. Situaciones y personajes que interactuaron en el camino de un
Fuerte, hoy pujante Ciudad.
Los hermanos Pablo y Alberto InAebnitt, Juan Beiro,
Mariano Alvarado y el ferrocarril de los ingleses… ¿comparten la honra de haber
fundado Morteros?
Esperanza Chiapero